Una fugaz mirada II.
Los lápices de grafo rudo,
malmeten en su alma la inquieta vanidad
que atesoran en su cobertura de cedro.
Llena un herrumbroso tapiz y un espacio vago y diáfano, !Oh!, !que locura!.
Aclara el tiempo y lo inconsistente se derrumba ,
y sus piedras ateridas vuelven a surgir con el paso de los años,
reverberan, asumen sus pecados, sus maldades.
La mampostería, ahí queda para siempre,
o al menos para los siglos venideros
y quizás este templo resurja reconstruido en lo que jamás tuvo intención de ser
y no fue.
Casi dos mil años tienen la culpa, desde Oriente a Occidente.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada